viernes, 14 de enero de 2011

Mi Mamá Me Droga

Dos semanas sin dormir, aviones, comida que motivaría que mi perro me mate en un ataque de odio y demás enseres, me habían dejado al borde de la ruina física, psicológica y espiritual.

El resfrío había dejado mi cuerpo como si Bruce Lee me hubiera hecho bajar las escaleras del subte D a patadas, y después, ya estando tirado en el piso, cuatro mil bancarios me hubieran pisoteado mientras hablaban de la última película de Julia Roberts (la que me negué a ver en el avión).

En líneas generales, estaba a un metro de pasar a mejor vida. Cualquier vida hubiera sido mejor que esa.

Todo el periplo había tenido un fin laboral, así que había estado salpicado de tensión, y en un idioma tan antiguo como extraño, del cual solo alcancé a entender la palabra “no”, y tampoco estoy tan seguro.

Para mejorar aún más las cosas, la temperatura se mantenía constante en números, pero no en medidas. O sea, donde antes había Fahrenheit, ahora había Celsius, lo que implicaba un cambio de alrededor de treinta y cinco grados en poco más de un día.

El suicidio estaba descartado pero solo porque implicaba acortar un proceso que ya se había iniciado solo, y parecía una solución demasiado facilista. A lo simple es a lo único a lo que le he escapado siempre.

Descartadas todas las opciones no queda más que volver a las bases, y eso en mi caso es siempre mi mamá.

Un tipo grande, maduro, casado y con hijos, que recurra a “su mamá”, no deja de ser patético. Seré patético cualquier día de la semana, y todos.

Mi mamá no solo me ha parido, sino que en algún momento incluso trató de educarme. Fracasó, y me lo hace notar en todo momento que puede. Sin embargo, aún así, sigue cuidándome y resolviéndome algún que otro problema.

Me vio la cara y no hizo falta que le explique demasiado. Me preguntó por mi viaje y después de escuchar algunas cosas graciosas que me habían pasado, me dijo simplemente “no te veo con buena cara”. Conociéndola, la lectura era “fue un gusto haberte conocido”.

Hablamos un poco más, y cuando me iba, se limitó a poner en mi mano una pequeña pastilla. Chiquitita y de apariencia inofensiva. “Tomatela antes de dormir”.

Casi me río. “Dormir” era una palabra que había eliminado de mi vocabulario hacía ya semanas, y no pensé que podía tener el mismo significado para mi que para el resto de los mortales. Le agradecí y me fui.

Una vez ya en mi propia casa, la inmensa alegría que mi vuelta había provocado se había desvanecido casi con la misma rapidez, y cada referencia a mi “estado de ánimo volátil” no hacía otra cosa que empeorar mi humor.

Me fui a la cama a eso de las diez, sin ningún tipo de esperanza, y con el único objetivo de cambiar un poco de posición. En mi mesa de luz, y de alguna forma misteriosa, estaba la pastillita que mi mamá me había dado. Decía Ribotril.

Yo jamás había tomado ese tipo de cosas, pero para que algo cambie, algo debe cambiar, decía Einstein, así, que con un traguito de agua de la canilla me la mandé, mientras veía un capítulo viejo de Two and a Half Men.

La noche cambió en día, y de golpe eran las diez de la mañana. De hoy. Chau resfrío y chau cansancio. Hola buen humor. El mismo sol que ayer odiaba, hoy es amigo mío, y las risas de la gente son mis risas.

Y solo puedo pensar en que la vieja frase “mi mamá me ama, mi mamá me mima”, se completa ahora con “mi mamá me droga”.

Y cuanto se lo agradezco.

11 comentarios:

  1. Buenisimo jajaja, mi mama no me droga, pero porque ella no se droga, necesito amigos medicos.

    ResponderEliminar
  2. Esa sabiduría que emana de las madres, es un misterio difícil de resolver en términos lógicos, por otra parte resetear la manzana de vez en cuando no viene mal &

    ResponderEliminar
  3. ¡Qué vida agitada Marcos! Este relato me hizo recordar automáticamente a "Huevazo". La manera particular que tenés para contar las cosas.
    Mirá lo que hace una pastillita, creo que deberíamos probar si el efecto es ese. Se vuelve todo color de rosas.

    Simplemente ME ENCANTAN tus relatos

    Saludos Nippu

    ResponderEliminar
  4. Pastillas màgicas dicen. Droga impura. Lo real es q te hace dormir.
    Mi mamá tmb me ama y me mima. Muchas veces tmb me drogó para verme mejor =).
    Felices vacaciones!

    ResponderEliminar
  5. Mi mamá me daba homeopatía, que viene a ser algo así como el faso de la medicina. (?)

    ResponderEliminar
  6. "Mi mamá no solo me ha parido, sino que en algún momento incluso trató de educarme. Fracasó, y me lo hace notar en todo momento que puede"

    La historia de mi vida,
    aunque en mi caso sea justamente al revés

    yo duermo plácidamente porque en definitiva mi mayores conflictos es decidir si como comida árabe o china, si salgo [sóla o acompañada, y por quien ]o veo lost [si, otra vez] o si finalmente Ignacio acabará con Kampeon,

    Pero ella, pobre ella...
    Sufre, sufre mucho

    por los viajes que no hice
    por los matrimonios que no acepte
    por los hijos que no tuve

    en fin...
    yo drogo a mi mama

    CLʚϊɞ

    ResponderEliminar
  7. me parecio MA LI SI MO

    ResponderEliminar
  8. Adquirí una nueva costumbre: leer tus relatos.

    Por eso me hago un té, como unas galletitas y pienso que mi mamá también me droga. Porque se afana las mil y dos muestras gratis del hospital en que labura.

    Debería agradecerle.

    El relato genial, como siempre.

    ResponderEliminar
  9. Todo muy lindo pero se nota que no la tomaste porque de ser asi, hubieras leido RIVOTRIL y no RIBOTRIL...

    ResponderEliminar
  10. Iba a hacer una correción que ya hicieron, se escribe RiVotril y no RiBotril, de todas maneras, sigue siendo clonazepam

    ResponderEliminar