martes, 19 de octubre de 2010

Te Sigo. Capítulo 6. El discípulo.

¿Cómo se esconde un elefante blanco en un bosque? Dos posibilidades: se pinta el elefante de verde, o el bosque de blanco. La opción del bosque es la mejor porque mantiene la esencia de la bestia, pero exige que esta sea ocultada en otro lugar mientra tanto.

Y así estoy, metido en un piojoso dúplex de Puerto Madero, mientras mis abogados reparten fortunas entre jueces y sindicalistas, políticos y periodistas, sin nada más que hacer que interactuar con gente que no conozco, deseándoles las mil y una muertes.

Es gracioso tener que esconderme por un inmundo caso de lavado cuando las cosas que hice, y que realmente ofenderían a la sociedad son ignoradas por completo. No hay precio para la vida humana, lo que no es sino otra forma de decir que no vale nada.

Una persona de menos recursos se hubiera limitado a reptar y rezar para que las ruedas de la corrupción sigan su curso. Yo no.

Mi pequeño proyecto sigue rindiendo frutos y es la única manera que tengo de salir de esta mugrosa prisión a la que la ineptitud ajena me ha confinado, aunque sea en espíritu. Y hay cierto placer en delegar, en moldear arcilla y ver la estatua en acción, aunque parezca un contrasentido. Mucho placer.

No fue difícil encontrarlo. Empezó con sus patéticos llamados de atención a los aún más patéticos personajes populares del mundo 2.0, los cuales no hacían sino ignorarlo, como corresponde al juego histérico que parece haberse planteado en esa ficta sociedad. Se imaginan infinitas maneras de sobresalir, ninguna de las cuales merece siquiera ser mencionada. En el mejor de los casos se traba una relación enferma entre dos o más personas cuyos rostros jamás se han visto. Y a eso se le llama amistad. La palabra patología no alcanza para empezar a describir el fenómeno.

Mi muchacho se integró en tiempo récord a todas las redes sociales existentes como un camaleón, es decir, pasando siempre desapercibido. Probó el ingenio barato, la ironía aún más barata, y desplegó un juego de seducción que no hubiera servido siquiera en una isla desierta. Hay belleza en el fracaso ajeno.

Aquí es cuando me interesé en profundidad en su perfil. Encontré que esta asquerosa forma de vida era solventada con un miserable sueldo de empleaducho que le permitía afrontar el alquiler de un monoambiente en el conurbano y el pago mínimo de su tarjeta de crédito, en el mejor de los meses.

Si se hubiera limitado a eso, quizás lo hubiera dejado pasar, pero el costado violento del muchacho fue una sorpresa agradable, y aunque nunca había ido más allá de golpear a mujeres que sin duda lo habían merecido, había potencial.

Dos mensajes anónimos a la gerencia a la cual el muchacho reportaba, adjuntando copia de sus registros de Internet habían sido suficientes para que fuera despedido de inmediato. Es un secreto a voces que un gran porcentaje de los asalariados pierde la mayor parte de su tiempo en la red. El problema es cuando deja de ser secreto. Con el muchacho desempleado, la película iba tomando color.

Bastó un poco de aliento para que empezara su nueva vida con optimismo desmedido. Había que poner el mundo en su contra, y lo primero era hacerle creer que él era el dueño. El desengaño es una fuerza poderosa.

El golpe de gracia fue sugerirle su participación en una Twittcam, o cámara por internet. Encaró el proyecto con alegría y expectativa desmedidas e irreales, y a los pocos minutos se encontraba cambiando aceptación por dignidad, recibiendo insulto tras insulto con su estúpida sonrisa, apretando los puños hasta interrumpir la circulación de la sangre. Poesía.

Cuando su necesidad de dinero se hizo visible, lo inundé de sucios billetes. Lo que para mí eran migajas a él le permitían no solo desahogarse, sino conocer lujos que solo había imaginado. En su mediocridad, por supuesto, estos lujos tenían siempre la forma de una computadora más rápida, o un celular con más funciones. Patético. Marearlo con dinero hasta hacerlo sentirse importante fue la parte más aburrida, pero el miedo a la abstinencia era el complemento ideal a sus primitivas pasiones, y tres meses bastaron para tener todo listo.

De alguna forma me siento contento por él. No es más que un peón, pero he decidido regalarle el poder de la vida y la muerte, y se que le va a gustar. ¿A quién no le gustaría? Convencerlo de que la única forma de mantener ese “suntuoso” ritmo de vida y devolverle al mundo la mierda que había recibido hasta entonces es matar fue sencillo.

Yo he matado. Doce veces, para ser preciso, y sé que siguiendo los pasos justos y de forma prolija, el margen de error es cero. El único componente aleatorio en este caso es mi discípulo, y que tan bien se maneje en situaciones de presión, aunque no debería haber ninguna.

La chica está ubicada, de hecho se ubicó ella sola mediante esa increíble y estúpida costumbre de enviar mensajes al mundo señalando el lugar de su ubicación. Bendito e increíble Foursquare. La gente le anuncia a todo el mundo su ubicación precisa, en el momento exacto, con un fin que todavía no alcanzo a comprender. En mis inicios las cosas no eran tan fáciles. Tampoco había Facebook para identificar familiares, geografías y amigos, o blogs para describir comportamientos o costumbres. Ni que hablar de Twitter, y la necesidad de los alienados de comunicar sus actividades al instante, a gente desconocida.

Pero no me quejo, antes tampoco existían las Twittcams, y la chance de ver a mi discípulo saciar sus vicios al instante hubiera sido imposible.

No son nervios sino insatisfacción. Hace más de una hora que la transmisión debería haber comenzado. Si llegara a saciarse sin mostrármelo en cámara se expondría a torturas aún más terribles que las que he pensado para la chica. Pero no, no es tan estúpido, y me tiene miedo.

Es difícil concentrarse cuando de un segundo a otro llegará el mensaje salvador, con el enlace a la dichosa cámara. Todo debería estar en silencio, pero la noche se va haciendo día, y los pájaros de mierda empiezan a hacer ruido. Mi Rolex marca las 6:58 y prendo el televisor como forma de matar la ansiedad. Tampoco sirve

Por supuesto que lo peor que podría pasarme es encontrar la noticia de una adolescente más secuestrada en la Provincia de Buenos Aires. Eso implicaría que los tiempos se acorten, y la diversión planeada para días habría de ser condensada en horas, o minutos. No me gustaría. Normalmente esas informaciones me causan gracia, pero una noche como hoy sería negativo.

El reloj digital mueve su estúpida aguja, y aspiro una nueva línea de coca sabiendo que no me relajará, pero tampoco lo pretendo. El puto monitor no anuncia ningún mail, y la sensación de desastre es inmensa.

Reviso por enésima vez la computadora, y veo el mensaje que nunca esperé ver. Llega a través de Twitter, cosa que tampoco debería haber ocurrido. “Algo horrible me ha ocurrido esta noche. Vos, seas quien seas, Dios te bendiga. Este es mi último tuit. Cuidense”. Firmado @SoyTrini. La pendeja.

El televisor me grita un grito sin sonido, y la placa transcribe lo impensado: “Hombre asesinado en Olivos”.

Las sensaciones se superponen, y no son todas desagradables. Fracasé, eso sí. Raro y devastador. Sin embargo, no es lo único que siento. En menos de un mes podré salir de esta torrecita de papel cartón que mira al río, antes quizás, si los imbéciles de mis abogados se dignan mover sus asquerosos culos de las sillas que los aprisionan. Y tendré una pendeja de que ocuparme, una que piensa que lo peor de su vida ha pasado, y cuya cara tendré el placer de ver directamente, sin una inmunda cámara de video de por medio.

Y la palabra “asesinado” como siempre le da un matiz de interés. Si la policía hubiera sido quién mató a mi discípulo no estarían hablando de un crimen. En este caso, hay un tercero, y me excita saber que podríamos estar hablando de un adversario. Uno que piensa que con @kampeon69 terminó su odisea, y no sabe que recién está empezando. Que el muchacho era simplemente el peón de un juego mucho más desarrollado, pensado por alguien con recursos y dedicación infinita.

Tiemblo de satisfacción mientras elevo una última plegaria al infierno. Ruego que ese hombre, sea quien sea, tenga una familia de la que también pueda ocuparme.

Si te gustó, lo que sigue lo podés encontrar acá: Te sigo.

8 comentarios:

  1. Nippurr!!! genial, una red organizada por un demente...Esto se pone cada vez mejor...:)
    un besote

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  2. y despues decis que no sabes jugar al ajedrez, mentiroso, te felicito y te sigo siempre!

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  3. Si formara parte de una ficcion hecha con estos textos, quisiera ser la policia que va juntando pistas...... clap clap clap

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  4. Grata sorpresa, mi estimado autor.
    Vamos cruzando las "paredes" y lo que se viene está cada vez mejor. Efecto sorpresa en primera fila.
    Sin duda, para mí, este es el que más me atrapa de todos los "Wall Street", me sorprendió de la mejor manera. No pensé que ibamos a leer un giro así.
    Me atrapó mucho el perfil del "psicópata", absolutamente frívolo, perverso, desmedido. Y yo que creía que esas características le pertenecían a Kampeón, pobre pibe, se endulzó por ser miserable. El famoso conejito de india.
    Pero quiero más del perfil enfermizo, una mente así es sumamente inteligente, aunque los fines no sean buenos.
    No me caben dudas de que si presionas un poco más las teclas, podes darnos más dentro de este mismo hilo conductor que cada vez está más bueno. Yo me voy con historias e imágenes en mi cabeza, pero después vengo y lo que leo es mejor de lo que yo tenía, gratificante.


    "Ruego que ese hombre, sea quien sea, tenga una familia de la que también pueda ocuparme." >> yo también lo ruego, quiero más!

    Hay gente que esta perdiendo el tiempo al no venir & menos en no establecer contacto.

    Ya caerán del catre. Un saludo, Nippu!

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  5. Bueno, el cuento me obliga comentar.
    Creo que mientras mas intento sacarle la “ficha” psicologica a kampeon, mas me sorprende.
    Todos los capítulos rebuscadamente enlazados. “Perversamente geniales”.
    Perfecto para mantenernos al filo, esperando un nuevo cuento.

    Siempre pienso: “bueno ahora si, este tiene que ser el ultimo para no aburrir”. Y no; me terminas convenciendo que con 2 teclas es suficiente para crear mas y cada vez mejor.

    Esperaremos el próximo, enlazado o no. Ya estamos atrapados.

    Saludos....Viru

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  6. Excelente Nippur, como siempre mis mas sinceras felicitaciones, me quedo con el "Hay belleza en el fracaso ajeno" una gran verdad que abarca la historia y la misma esencia de la humanidad, nos reímos a carcajadas del que se cae en la calle, solo porque fue el y no nosotros, un relato muy bien logrado que poco a poco va tomando tintes de novela. Un abrazo.

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  7. Antonela Cappella16 de abril de 2011, 6:09

    Me recuerda a las muñecas rusas, pero a la inversa. Cada vez más amplio. Cada vez caben más cosas. Tengo una vida y tengo que vivirla. Espero poder leer un par de capítulos más en el descanso. Genial! Sos de lo mejor que he encontrado en Twitter!

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  8. El fin de semana sigo con el de papel. GENIAL

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